sábado, 30 de marzo de 2013

"El Campo de Caín" (3 de 5)


(Del libro "AVILÉS", escrito por Manuel Álvarez Sánchez, impreso en 1927)

Parte - III -

Los primeros que al día siguiente se acercaron al fangal, que mirando hacia el puente se deja a la derecha, fueron unos pescadores que habían madrugado para echar la traina, aprovechando la bonanza de! .mar, y su sorpresa fue grande al encontrar tendido en tierra, envuelto en un charco de sangre, un hombre que, por estar boca abajo, no pudieron por el pronto reconocer; junto a la víctima se hallaba un cuchillo, que sin duda había sido el arma homicida, y asustados ante tan horrible crimen, huyeron, pero pronto se propagó la fatal noticia por toda la vecindad.

La muerte violenta de una persona, sobre todo cuando es injustificada, siempre causa penosa impresión; así que al ser reconocido el cadáver, que no era sino del hijo mayor de doña Mencía, se heló la sangre en el corazón de los que !e veían, y un grito de indignación brotó unánime de la muchedumbre; era preciso buscar a todo todo trance al criminal y descargar sobre él todo el rigor de la justicia: pero... ¿quién había sido y dónde poder encontrarle, si el interfecto, cariñoso con todos, no podía tener enemigos? 

La pobre viuda, preparada de antemano para comunicarle la infausta nueva, pronto adivinó, con aquel instinto de las madres, quién había sido el que clavó el cuchillo en el corazón de su primogénito; pero una madre, por cruel y sanguinario que haya sido un hijo, se resiste a levantar el infamante patíbulo en que debe expiar su maldad.

Ha habido madres que han dado muerte a sus hijos, la naturaleza produce monstruos de cuando en cuando, corno para demostrar que el mal, aún no se ha extinguido; pero en cambio... ¡Cuántas madres han muerto de dolor! ¡Cuántas madres han recibido de sus hijos el golpe mortal sin quejarse, llorando por ellos, pidiendo a Dios por la felicidad de su. asesino!...



El homicidio quedó impune para los hombres, por falta de pruebas, si bien el criterio público señalaba con acierto al verdadero criminal.

La caridad de los vecinos levantó en el sitio donde fue hallado él cadáver, un macizo de piedra, y sobre él colocaron una cruz de roble, que al mismo tiempo que les recordaba un fratricidio, pedía a todos los visitantes una plegaria.

La tradición cuenta que desde aquel día empezó a oírse en aquel fangoso recinto, al caer de la tarde, una voz triste y lastimosa que repetía una y otra vez: Hermano, ¿por qué matas a tu hermano?; y los vecinos temían, al llegar la noche, transitar por aquellos lugares donde creían escuchar tan sentidos lamentos,, y llamaron a aquel sitio, desde entonces, con el nombre siniestro que aún conserva en nuestros días de Campo de Caín.

2 comentarios:

  1. Es una histora conmovedora ¿existe de verdad el Campo de Caín?

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  2. Hola, amigo:
    Gracias por leerme.
    Esta leyenda la recogí de un libro editado por un sacerdote de Avilés, en 1927.
    Claro que existió. En el Campo de Caín se construyó el Convento de La Merced, que, al desaparecer, en ese terreno se elevó una hermosa iglesia, llamada, en un principio, "La Merced" y actualmente Santo Tomás de Cantorbery.
    Hoy esa calle, amplia plazoleta, se llama Pl. de La Merced.
    Sí deseas que te envíe alguna foto, dame tu email.

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